FRASE DEL MES

Desafío al dragón, desafío el miedo... El mundo puede temblar y rabiar y yo sigo caminando con una paz y amor profundos.

jueves, 30 de agosto de 2012

...El mundo en rosa y azul. Del blog, MARICADAS QUE YO PIENSO




Por Manuel Antonio Velandia MoraAgosto de 2012, España


¿Qué pasaría, señor padre o señora madre de familia, si su hijo de 8 años en vez de pedirle de cumpleaños un balón de fútbol, le pide la última Barbie Veterinaria? ¿Regañaría usted a su niña si en vez de pedir una muñeca Bratz le pide un futbolín (juego de madera que simula un campo de juego de fútbol)?

Bueno, realmente estas no son preguntas retóricas, algo similar le sucedió a Jenna Lyons directora creativa de J. Crew, la marca con la que suele vestirse Michelle Obama. Jenna decidió aceptar la solicitud de su hijo, pero fue un poco más allá, no sólo le concedió el deseo sino que además se hizo una foto familiar con él y su regalo, y la publicó como parte de una estrategia comercial de J. Crew, la cual ha motivado un sinfín de artículos en diferentes medios de comunicación en el mundo, entre ellos Revista Semana que publicó este lunes 20 de agosto el artículo titulado  “Los niños rosados”.

La imagen en cuestión es esta que aparece a continuación, fue difundida en el último catálogo de J. Crew, bajo el título "El sábado con Jenna". En la foto, Lyons ríe con su hijo Beckett de 5 años, de quien sostiene sus pequeños pies en la mano; al lado aparece un frasco de esmalte para uñas que era lo que él quería de regalo; es del mismo tono rosa, del que el niño tiene pintadas las uñas de sus pies. En el texto que aparece al del esmalte se lee "Por suerte para mí, terminé con un niño cuyo color preferido es el rosado. Pintarse las uñas es mucho más divertido si se hace en rosa neón". La ilustración fue tomada del artículo “J. Crew and Jenna Lyons' pink toenail controversy”, publicado el pasado 13 de agosto en Los Ángeles Times.

Lo interesante de la publicidad promovida por J. Crew es que da cabida a un tema del que poco se habla, ha existido desde siempre, pero que es cada vez menos oculto en la sociedad: las variaciones de la vivencia del género en los niños y niñas.

El papá o la madre que ahora conoce el deseo de su hijo o hija puede optar por varias alternativas: 1º. Dárselo y sentirse tranquilo con su respuesta; 2º. Regañarle por “marikón” o “arepera” y darle un regalo que "corresponda a su género"; 3º. Meterlo al clóset comprándole el regalo pero prohibiéndole que lo muestre en público; 4º. Hacerse el pendejo haciéndose el/la que no oyó; y, 5º. Entender que el niño o la niña actúa desde su inocencia y movido por su “querer ser” y no porque ha visto a Oscar marikiando en Protagonistas de novela.

El punto álgido en la respuesta que se le da a los hijos es el debate moral que se plantea en quien enfrenta esa situación, debate que se extiende a la familia, la escuela, los amigos y en el que se mete hasta el cura del barrio o el pastor.

¿Qué tiene de malo que un niño quiera usar un vestido? se titula un artículo publicado el pasado 8 de agosto por Ruth Padawer en el The New York Times NYT. En él se habla del blog Pink Is for Boys cuyo autor escribe desde enero de 2010 sobre la experiencia particular con su hijo. En este blog existen vínculos a otros blog igualmente escritos por padres y madres que han decidido apoyar a sus hijos en su proceso identitario, un proceso que no necesariamente culmina en un tránsito identitario de género o en la homosexualidad, la lesbianidad o la transexualidad, como suele creerse popularmente.

Algunos de los padres y madres que han decidido acompañar a sus hijos en esta experiencia se han vuelto más permisivos con sus hijos, más abiertos mentalmente y más respetuosos de los procesos que viven sus hijos/as y otras personas. Uno de los padres entrevistados por Padawer dice “¿Cómo podía el juego de mi propio hijo - algo que ordinariamente es tan alegre de ver – agitar algún tipo de molestia, por qué ha de molestarme que él quiere llevar un vestido?”

Sarah Hoffman “ama de casa” de profesión, mejor dicho una mujer de esas que fuera de su trabajo doméstico tiene tiempo para otras cosas como escribir sus reflexiones en su blogsaluda a sus lectores diciendo “Si has encontrado mi sitio tal vez su hijo es un niño de rosado también, o su sobrino, nieto, vecino, estudiante o un amigo. O lo eras tú siendo un niño. Tal vez usted lo está siendo en este momento. Es probable que si usted sabe o es un niño como este conozca todo acerca de las burlas en el parque infantil, el acoso, o peor, usted sabe las luchas que las familias experimentan cuando tratan de apoyar y proteger a sus hijos y la falta de aceptación que los niños rosados enfrentan cada día. Todos deseamos que estas cosas sean diferentes”.

Hoffman fue quien acuñó el término "niño rosado", en uno de sus post ella dice: “Mi hijo le encanta el color rosa. Llevaba un vestido en preescolar, lleva años fingiendo que es una princesa, y ahora, como un estudiante de tercer grado, hace tiempo que fluye con su pelo, su afición por lo suave, lo brillante y el rosa. Él es un chico rosa, sólo es un niño diferente”.

También el tema se investiga en las universidades: Christia Spears Brown, Ph.D., profesora asociada de Psicología Evolutiva en la U. de Kentucky, estudia los efectos de los estereotipos de género entre niños y adolescentes, en su artículo “Más allá del rosa y azul” publicado en Psychology Today, el pasado 16 de agosto, afirma “Una cosa que me gusta de estas historias de niños que luchan con sus roles de género predefinidas es que ponen de relieve lo perjudiciales que pueden ser para los chicos las rígidas formas de las normas de género… Más importante aún, existen normas rígidas de género para los chicos que se extienden mucho más allá de no usar vestidos o pintarse las uñas. Los niños siguen siendo disuadidos de jugar con muñecas, un tipo de juego que fomenta rasgos sobre la crianza, el cuidado de personas y la toma de perspectiva… la gama de emociones que son aceptables para los varones es mucho más estrecha”.

En este debate aparecen conceptos como gender-fluid” (género líquido), “gender boxes” (cajas del género). Conceptos que dicen que el género no es un “cajón” de medidas exactas en el que todos debemos casar perfectamente, sino que el género es una idea fluida, es decir una especie de cuerpo gaseoso o líquido que toma la forma del recipiente, una forma que es única e irrepetible y que aun cuando tiene elementos en común con otras ideas de género, se explica, se experiencia y se emociona de manera particular en cada ser humano.

Yo afirmo que el género es un punto en un continuo en el que los extremos son la masculinidad y la feminidad, extremos que son móviles dependiendo del tiempo, la cultura y el espacio social y geográfico. En este sentido no existe una masculinidad o una feminidad sino tantas masculinidades y feminidades como sujetos se piensen masculinos o femeninos. Las personas pueden pensarse en la masculinidad y actuar en la feminidad o también viceversa, siendo en esta circunstancia cuando se habla de “género fluido”.

Las personas también pueden transitar de la masculinidad a la feminidad (también viceversa), tanto en su identidad de género como en los comportamientos que de dicha identidad se derivan, es a esto a lo que se denomina “tránsito identitario de género” y “personas transgénero” a quienes lo experiencian.

En el momento existe muy poca o ninguna evidencia sobre si las intervenciones terapéuticas logran cambiar la trayectoria de la identificación de género de un niño o la orientación sexual.

Tampoco hay suficientes estudios sobre si el apoyo y permisividad de los padres termina reafirmando una identidad de género que de pronto no es una necesidad vital del niño o la niña o si la negativa es la respuesta para que se ajusten a los roles preestablecidos, a ese “deber ser” de la masculinidad y la feminidad que posibilita que los chicos tengan más poder y las niñas deseen tenerlo.

Como afirma Spears Brown “Esto puede ser tan leve como la chica que no se siente lo suficientemente femenina o el niño que no es bueno para los deportes” o algo realmente más profundo. Es muy difícil saber a dónde dirige la petición de un regalo y su aceptación o negativa.

La mayoría de los niños y niñas cumplen fácilmente con usar ropa típicas de su género y rara vez los padres tienen conversaciones acerca de qué pronombre deben utilizar en la descripción de sus hijos, pero el hecho de sentir esta situación como algo lejano no debe permitirles “dormir sobre los laureles” porque los estudios evidencian que una cuarta parte de los varones muestran 10 o más conductas consideradas atípicas para su género; basta recordar al típico bogotano quien para un costeño colombiano siempre resulta amanerado, para darnos cuenta que las masculinidades y feminidades se vivencian de formas muy particulares.

Vive y deja vivir o “haz lo posible por joder a tus hijos”

Hay algo que no solemos tener en mente, se llama “prejuicio de impacto”. Nuestro cerebro frontal nos hace pensar siempre que lo que pensamos es la mejor alternativa, pero olvidamos que esta se fundamenta en nuestros prejuicios, nuestros temores y una falsa conciencia de la realidad; para quienes ya han vivido la experiencia, su “prejuicio de impacto” cambia, de ahí que existan blogs, artículos, libros e investigaciones que se fundamentan en dichas experiencias que les permiten ver, sentir, explicar y vivir el mundo desde otra perspectiva.

Es esto precisamente lo que le falta a algunos cristianos que se niegan a aceptar que otros pueden ser felices, tanto o más felices que ellos y por eso son tan obstinados en recomendar desde su ignorancia vivencias que para quien las recibe, desde el “prejuicio de impacto”, son la evidencia que les demuestra que son realmente felices.

Quien asume situaciones propias del “querer ser” suyas y de su hijo/a no logra entender por qué esos otros, que no han tenido el beneficio del impacto, no comprenden que su experiencia los llevó a procesos cognitivos y emocionales que les ayudaron a cambiar sus propias visiones del mundo y así poder sentir-se mejor en el mundo en que viven.

Aquí un ejemplo de lo que algunos padres hacen: Nils Pickert, apoya a su hijo vistiendo falda públicamente.


Fuente: http://investigadormanuelvelandia.blogspot.com/2012/08/cuando-la-vida-se-ve-de-otro-color.html