FRASE DEL MES

Desafío al dragón, desafío el miedo... El mundo puede temblar y rabiar y yo sigo caminando con una paz y amor profundos.

jueves, 26 de enero de 2012


Mujeres con derecho al mal

Es necesario introducir matices y grises para romper las fronteras rígidas de la femineidad.
La última Arcadia (No. 73) está dedicada a la imaginación perversa de las mujeres. Bueno, de algunas mujeres... Bien por esta entrega de la revista que nos permite entender lo importante de cuestionar la idea de que por ser mujeres somos casi todas santas, santas madres y, las demás, las que no desean ser madres, son brujas, histéricas o putas.
Y lo que me parece absolutamente necesario es introducir matices, grises, y romper estas fronteras rígidas de la femineidad con el fin de escapar de la santidad o de la putería y gozar así de nuevas y diversas identidades que ya no permitan nuestro encierro en roles inamovibles.
Ni putas, ni sumisas, como lo afirma el famoso lema del movimiento de Fadela Amara en Francia. Sí, durante siglos fuimos madres, madres y otra vez madres y cuando teníamos el vientre redondo y pleno, nos llamaban "mi santa madre" para imposibilitar nuestra erotización, para matar nuestro deseo, para silenciar nuestras ansias de conocer otros mundos, otros universos no tan santos y saborear también los goces de lo prohibido.
Abrir ese camino no fue fácil. Cada vez que dábamos un paso adelante nos lo cobraban; cada vez que queríamos decir algo que rompía con el simple "cotorreo", nos mandaban al patio de atrás, a la cocina o al costurero mientras los hombres ordenaban el mundo y gozaban de lo prohibido con toda la permisividad del mundo. Por eso, no podemos olvidar a todas las mujeres que, de una manera u otra, abrieron el camino a ese deseo de saber, a ese deseo de existir en el sentido moderno de la palabra.
Muchas de ellas tuvieron que disfrazarse de hombres, cambiar de apellido, arriesgarse a las prácticas de brujería, de hechicería, de curandería, de partería; muchas de ellas tuvieron que vivir en aquelarres y reanimar el fuego de las hogueras que calentaba su piel y su mente para domar la serpiente de la desobediencia que dormía en ellas.
Para muchas, ese deseo de cruzar las fronteras de lo prohibido les significó la muerte. Y hoy, cuando empezamos a conocer esta historia nuestra, esta historia de resistencias y rebeldías que hacen parte de los relatos no oficiales, de estas historias inesperadas, cuando nos atrevemos a decir o expresar lo indecible, lo impensable desde la escritura, las artes, el cine o el periodismo, no podemos olvidar lo que vivieron muchas de las que nos precedieron.
Ellas permitieron que mujeres como las que podemos conocer y leer hoy en el número 73 de la revista Arcadia tengan voces y puedan expresar nuestros lados oscuros, que afortunadamente pudimos mantener a pesar de todo.
Son cinco mujeres que exploran desde la literatura, la escultura o la pintura las zonas más oscuras de la condición humana; cinco mujeres que cuentan historias incómodas, inquietantes, perversas y turbadoras. Mujeres que rompen todos los clichés o estereotipos de la femineidad tradicional y que nos permiten recorrer algunas de las esquinas más oscuras de este mundo, casi nunca asociadas a la vida y a las expresiones femeninas. Mujeres no necesariamente feministas, pero, eso sí, habitadas por una especie de fascinación por los límites y por escarbar los rincones menos conocidos de la identidad femenina. De alguna manera y gracias a ellas nos hacemos más humanas, más complejas y más diversas.
Dejando atrás esta desgastada y obsoleta imagen de "simplemente María" y al descubrir las mieles de lo prohibido y de lo perverso, entendemos que también tenemos derecho al mal y que bien vale la pena dejar a María en el patio de atrás y salir a recorrer el mundo de la mano de Eva...
Florence Thomas 
Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad

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