FRASE DEL MES

Desafío al dragón, desafío el miedo... El mundo puede temblar y rabiar y yo sigo caminando con una paz y amor profundos.

martes, 1 de marzo de 2011

LOS HOMBRES Y LAS MUJERES EN LA COCINA

Primero tengo que decir, que yo no me sabía de esa forma el dicho, yo conocía era: "Los niños en la cocina, huelen a rila de gallina", por razones de seguridad y no por ningún otro motivo; para que después entre las taras de mis hijos no se diga que no se les dejó aprender a cocinar. 

Este artículo que comparto con ustedes a continuación, cuenta con los requisitos básicos e importantes en mi vida: es cierto, es simple, es familiar, es recuerdo y es amor. En sencillo, bello y perfecto, resumo los comentarios de uno de mis escritores favoritos, Héctor Abad Faciolince, de quien guardo con mucho recelo "Tratado de culinaria para mujeres tristes" como un tratado de recetas para el alma, y espero al igual que el autor, que las feministas acérrimas, no lo tomen como un titulo peyorativo o un hecho estigmatizante, la relación de las mujeres y la cocina. Aunque no se qué opinaría Florence Thomas al respecto.

Sin querer ampliarme, podría traer a la memoria otro par de títulos de  libros que recuerdo, como Afrodita de  Isabel Allende,  o Como agua para Chocolate de Laura Esquivel o Intimas Suculencias de la misma autora; como mis referentes de la unión de la cocina con la pasión, la lujuria, la sensualidad y el deseo. 

Lejos estoy de pensar en las actividades culinarias como la responsabilidad y habilidad exclusiva de la mujer y mucho menos con la obligatoriedad del servicio o función femeninas; pero si con la labor que fue entregada a nuestras madres por generaciones,  como significante de cuidado y unión familiar, que es  lo que para mí en verdad representa la unión sagrada frente a los alimentos, con “seres” que nos ofrendan el regalo de la nutrición. Pero sobre todo con ese acto de alquimia pura que sucede en la cocina y que por la bella transformación que el fuego permite, los elementos como la tierra, el aire y el agua se conjugan en  una sinfonía de sabores, pero si  además cuando en este acto intervienen personas con una conexión intima y profunda, estamos hablando de una danza y un verdadero aquelarre.

Por eso concuerdo con Héctor Abad, cuando se refiere a la posibilidad de compartir la preparación y el consumo de los alimentos con tu pareja como un acto de comunión y de amor puro, algunos insípidos, otros agridulces, otros calientes y picante pero  todos nutricios para el alma.

En  buena hora el libro de recetas de su madre, Cecilia Faciolince de Abad, una muy buena reseña y excelente abrebocas de su hijo, que además trae a la memoria como es su costumbre los rituales y recuerdos de la familia alrededor de  la comunión de los alimentos.  Así que buen provecho.

Aclaro, son dos links, relacionados con el mismo libro

“Mi mama la mejor cocinera del mundo”, por Guillermo Angulo, en el siguiente enlace, http://www.ciudadviva.gov.co/portal/node/185.  Y La cocina de mi casa: «Los hombres en la cocina huelen a rila de gallina”,, por su hijo Héctor Abad en http://www.ciudadviva.gov.co/portal/node/184  Ambas reseñas en la página de  la Alcaldía Mayor de Bogotá, http://www.ciudadviva.gov.co.



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